Cuando me preguntan cuántos años tengo, siempre respondo según el año en que nací, pero siento que miento. Porque la edad es un estado mental y lo que haces con esos años, cómo los llevas y la actitud que tienes, importa y mucho. Sí, los años son los mismos para todos supuestamente, pero lo que manda es lo que haces con ese tiempo, lleno de muchísimo valor. Edad, para mucha gente, es solo el tiempo que pasa entre la fecha en que naciste y el momento que vives hoy; que concepto tan vacío, ¿verdad?
Eso es sólo tiempo. Ni siquiera es la vida.
La edad son experiencias vividas, recuerdos almacenados, lecciones aprendidas, errores cometidos, sonrisas compartidas e incluso esas cicatrices porque, con o sin haber curado, deben estar ahí para recordarnos lo que pasó y garantizar el aprendizaje. Y mucho más.
Hay una serie de aspectos que te van a indicar la edad real que tienes, al margen de lo que diga tu fecha de nacimiento o, incluso, tu propia opinión.
¿Cuidas de tu aspecto todos los días de tu vida? Si no te cuidas es que estás muuuuuy mayor ya. ¿En qué momento perdiste el interés? ¿Cuándo te abandonaste? Yo creo que cualquier día puede y debe ser una fiesta y no sabes con quién te vas a cruzar, ni dónde, ni cuándo, pero sí es seguro que vas a verte en algún espejo o escaparate y ha de gustarte lo que ves cuando te mires en él, porque eres tú, y no hay nada mas importante que ello. Sí, lo importante es lo que está dentro, pero a veces el envoltorio es más que una simple cubierta y, de alguna forma, interviene cómo nos sentimos por dentro. Piensa en los regalos que haces a las personas que quieres y lo entenderás. A que no envuelves los regalos en cualquier papel o envoltorio? Y un suéter, te lo compras si es muy cómodo pero no te gusta como es por fuera? Ni siquiera creo que llegues a probártelo… Tu aspecto es un gran indicador, cuídalo.
Dejo de machacarte y entro en otro aspecto importante sobre la edad. ¿Te has dado cuenta que conforme pasa el tiempo nos relacionamos menos? Ya no vas por ahi en plan «¿Puedo jugar?» o «¿Como te llamas? o talvez un ¿Quieres ser mi amig@?». Supongo que ahora te estarás echando unas risas, imaginándote haciendo estas cosas «a tu edad», ¿verdad?. Pues te vas a reír más cuando sepas que quien escribe estas líneas sigue haciéndolo, jajajajaja. No es broma. ¡Hay tantas personas a las que no conocemos! Mi consejo es que te relaciones siempre; abre tu mente, abre los ojos y abre también la puerta de tu casa porque delante tienes un mundo apasionante en el que vas a encontrar un montón de cosas que todavía desconoces pero que te van a sorprender. Cuando pierdas esas ganas de sorprenderte y tirar pa´lante, es que ya estás envejeciendo. De ti dependerá lo que hagas una vez des ese paso pero…¿y si sí?. Y recuerda, puede ser un no, porque el mundo está lleno de gente, de todos los tipos, y tú has de encontrar y rodearte de los que más completen tu puzzle, de a manera que sea, pero necesitas de todos, hasta de los más inesperados (unas veces se gana y otras se aprende, pero nunca se pierde).
Entenderás que la gente no puede verte si estás en tu casa todo el día, no puedes hablar con tu entorno si limitas tu mundo exterior a las cuatro paredes de tu hogar o, incluso, las de tu propio edificio. Por eso te pido arriba que abras tu mente, los ojos y también la puerta de tu casa. Es cierto que vivimos momentos complicados actualmente, pero el mundo sigue estando lleno de maravillosas personas que pueden enriquecer tu vida, alegrarte, animarte o enseñarte. No renuncies a eso ni les hagas renunciar a lo que alguien como tú puede aportarles. Todos nos aportamos mucho, si nos juntamos, si interactuamos, pero no si nos volvemos núcleos aislados, así no. Sólo has de pensar qué le pasa a un coche que no usas o a una lavadora que no enciendes: se oxida o deja de funcionar correctamente. ¿Qué te pasa a ti mismo cuando no haces tu deporte favorito o dejas de tocar ese instrumento que te gusta?
El movimiento es bueno para ti y para todo lo que te rodea. Todo se mueve: el mismo mundo lo hace, las personas, las plantas, los animales, el agua, el sol y otros astros…todo forma parte de ese movimiento y has de unirte y dejarte llevar.
Es en movimiento cuando más brillas, cuando más luces; es así como debe ser.
Piénsalo bien: los niños no paran cuando son pequeños, están llenos de energía, de vitalidad y es casi imposible que estén quietos; y nosotros, intentamos arrebatarles lo mejor que tienen, ¡qué injustos somos y cuánto les estamos quitando! ¿Tal vez sean cosas de la edad? 😉
No lo olvides: cabeza al frente, barbilla alta, ojos abiertos, piernas activas y una sonrisa en la cara. Así se va por el mundo.
Y recuerda que todo depende sólo de ti, todo es cuestión de hábito, costumbre, repetición y, entonces, solo entonces formará parte de ti. Bonito, verdad?
Cuando tenía 6-7 años más o menos, la verdad que no lo recuerdo exactamente, mi madre me compró una postal en el rastro, que siempre conservé en mi escritorio y decía «Tú puedes ser lo que desees, sólo existe un obstáculo: tú mismo». En aquel momento sólo era una frase bonita con un paisaje precioso, de un atardecer con gaviotas, eso sí que lo recuerdo perfectamente. Pero verlo cada día…como que se mete dentro de ti, ¿sabes? Ya forma parte de tu día a día y, sin darte cuenta, acabas por creértelo. Hasta el punto que, hoy en día, lo he hecho realidad y puedo asegurar que soy lo que quiero ser, lo que siempre he deseado. Nunca le podré agradecer suficiente a mi madre cada una de las cosas que hizo por mi, ahora que soy padre lo sé, pero hizo que cada detalle (una simple postal, por ejemplo) tuviera una repercusión enorme en mi vida. «Lo que haces en vida, tiene su eco en la eternidad» dice una famosa película de gladiadores, verdad? Pues ella, aun aquí y espero que por mucho tiempo, no para de «regalarme postales de todo tipo» aunque no las tenga físicamente en mi escritorio.
El texto hasta ahora ha estado simplemente pasable, lo sé, no hay mucho nuevo aunque seguro que has leído cosas que te han dado que pensar, pero bastante sencillo y plano, ¿verdad?. Lo sé, pero no puedo entrar como un elefante en una cacharrería, hay que hacerlo paso a paso.
Ahora entro en materia más interesante todavía. Y es que uno de los indicativos más claros de edad avanzada, es cuando nuestras conversaciones tienen más «¿te acuerdas cuándo…?» que «Cuándo vamos a…?». Sí, hablo de esas personas que tienen más recuerdos que ilusiones nuevas.
Pues este apartado es mi favorito y lo que hace que me mantenga joven pese a mi aspecto, que no es para nada juvenil, pero sí lo es mi mirada, mis comentarios, mi forma de hablar, mi actitud.
Es la mejor forma y, sobretodo, la más divertida, para mantenerme mentalmente joven aunque mi lastimado físico no indique lo mismo: lesiones (mucho deporte y más inconsciencias, las consecuencias de decir que sí a casi todo), arrugas (mucho reír y poco descanso), pérdida de kilos (todas las anteriores sumadas a la experiencia más bonita de esta vida: traer a mi hija a este mundo) y muchas más. No lo cambiaría por nada del mundo. Por nada. Porque todo aquello ha hecho de mi la persona que soy hoy.
No seas extremista; nadie se muere por moverse demasiado, pero puede que sí por ser demasiado pasivo. Los extremos tienen efectos devastadores pero sin duda el último es, en mi opinión, desolador.
Y es que la actitud lo es todo, hay hechos objetivos a los que nos enfrentamos, pero lo que hagamos con ellos es sólo decisión nuestra: cuánto nos afecte nuestro entorno, cuán persistentes seamos, qué decisión tomemos ante cada ocasión que se nos presente. Otra vez, sólo depende de ti. Si mientras lees o escuchas ésto, sientes presión, te queda un gran trabajo por delante. Por otra parte, si has sentido liberación, enhorabuena, tu nueva vida acaba de empezar porque sólo depende de tí, sin más presión que esa, la de decidir. ¿No es mejor tener la posibilidad de elegir que simplemente seguir un camino marcado por otros?
¿No te cansa quejarte de todo? Es una pregunta, ¿eh? A mí no me gusta nada quejarme pero lo hago a veces, como todo el mundo supongo, pero al final se trata de resumirlo todo a lo más sencillo para llevarlo todo simplemente mejor. Para ello, voy a enseñarte el camino en dos partes.
Hay un dicho oriental que dice: «si tiene solución, ¿por qué te quejas? si no tiene solución,¿ por qué te quejas?» tan sencillo como ésto. Ésta era la primera. Paso a por la segunda: ¿sabes lo que es la aceptación? podrás leer textos míos tratando este tema pero, así en plan rápido, se trata de que todo en esta vida no depende de ti ni gira en torno a ti; por tanto, algunas cosas hay que aceptarlas tal y como son. Algunas pueden ser cambiadas pero a lo mejor no cambian; otras simplemente no se pueden cambiar y así hay que entenderlas, aceptarlas y, en muchos casos, amarlas.
Si reflexionas sobre ambas cosas, veras que todo está ahora un poco más a tu alcance.
Si te fijas, arriba, en todo momento he dicho «sencillo», que no es lo mismo que fácil, porque sin duda no debe serlo para el que no está acostumbrado, pero de eso va ésto, de acostumbrarse, de entrar en acción, de subirse a este mundo que gira y gira sin parar. Y llevarlo de la mejor manera.
Lo más limitado para nosotros es el tiempo y como lo llevamos en nuestras vidas se llama edad. El tiempo es infinito, nuestras vidas no lo son pero ese tiempo que pasas podemos vivirlo de muchas formas: como un niño, como un adulto o como un anciano. Hay términos medios, sí, muchas fases y podríamos hablar de ello durante mucho tiempo, pero haremos estas tres divisiones para simplificar un poco y atendiendo principalmente a la mentalidad, a la actitud.
Y tú, como contestarías ahora a la pregunta de siempre: ¿qué edad tienes?
A lo mejor deberías escuchar la canción «Cosas de la edad» del grupo «Modestia Aparte»; te divertirá tanto como te sorprenderá su contenido. Seguro que no es como la primera vez que la escuchaste.
0 comentarios