Al llegar la noche, la Luna se derrama sobre el Mundo, y ejerce todo un influjo brutal sobre nosotros. La mayoría de seres circundantes no cambia nada. Aprovechan esas horas oscuras como un tiempo de júbilo, de exposición a placeres de todo tipo, corporales, lúdicos, culturales, etílicos.
Yo, empiezo mi actividad, me transmuto en otro ser, y se superponen en mi piel capas de pelo, de belleza salvaje. Perfectamente aclimatado al frío, cada vez más intenso y duradero. Ya no me puede llegar. Voy cambiando todo el vello corporal según las estaciones, pero siempre está ahí ese frío. Siempre.
Ahora, durante las fases lunares voy modulando mis aullidos, cada vez más agudos, asustando a todas las aves rapaces que duermen a mi alrededor. Me conocen, saben que no son mi presa ni yo soy ya un depredador. Mi objetivo sigue siendo la Luna. Siempre el mismo frío. Siempre la misma Luna.
0 comentarios